En la vida siempre estamos interactuando en el entorno, con la naturaleza, con nosotros mismos, con las demás personas y con los otros seres vivos; es allí donde vinculamos y generamos lazos visibles e invisibles con todo lo que nos rodea.
Las relaciones son entonces, el centro y la base de la vida, ya que hacen parte del vivir y del convivir que están presentes en los diferentes contextos cotidianos, creando un tejido complejo de vínculo. Identificar la complejidad de las mismas, es importante dado que a través de ellas se manifiestan aspectos personales de gran relevancia y se generan posibilidades de transformación y evolución existencial, donde influyen las diferencias, la gran diversidad y todo el inmenso abanico de formas que pueden generarse en el manejo de las mismas.
Algunos de los aspectos claves en las relaciones son la autenticidad, la empatía, la confianza, el respeto, la reverencia o la buena comunicación, la flexibilidad, la mente abierta y el aprendizaje que representan.
Las ideas y los pensamientos que posee cada persona van definiendo su personalidad y sus formas de manejar las relaciones, por lo tanto, son un hito fundamental en el crecimiento del individuo, dado que depende del estado emocional y espiritual que tenga la persona para que pueda manejarse de una forma más libre, armoniosa y constructiva, con ello, integrarse sanamente al colectivo, mejorar la convivencia, genera bienestar, placer, emociones positivas y satisfacción de las necesidades de protección y de pertenencia.