La felicidad y el perdón
La felicidad es una de las pretensiones humanas más buscadas, está asociada a diferentes aspectos: el crecimiento espiritual, la satisfacción del deber cumplido, la consecución de bienes materiales, el encuentro afortunado con los seres queridos. Lejos de ser una emoción (como lo es la alegría), la felicidad constituye un estado de bienestar, goce y satisfacción.
Si bien no hay una fórmula secreta para “alcanzar a felicidad” y los propósitos o desafíos que llevan a ella están intrínsecamente relacionados con los aprendizajes culturales, sociales y muchas veces religiosos, hay elementos como el bienestar emocional, el perdón, el autocuidado, entre otros; que son parte de ese proyecto llamado felicidad.
Para el budismo perdonar no es un acto de la voluntad del ‘yo’ herido, sino la capacidad de dejar de identificarse con sentimientos de hostilidad y resentimiento hacia las demás personas; desde esta perspectiva, el perdón es un factor fundamental para liberarse del sufrimiento y, no tener sufrimiento es uno de los “ingredientes” para alcanzar la felicidad.
Sin embargo, lejos de la mirada idílica, el perdón implica ser consciente de algunos elementos tanto de parte de quien ocasionó daño con su actuación, como de quién sufrió la afectación. Ambos son corresponsables para avanzar en la acción de perdonar.
Quien materializó el daño está convocado a expresar lo acontecido y a solicitar el perdón, estableciendo compromisos y acciones para la reparación y no repetición del hecho y, quién otorga el perdón debe superar los deseos de venganza y resentimiento. La reconciliación permitirá liberarse del sufrimiento, aportando al bienestar mental y al restablecimiento de las relaciones. No será posible retornar al estado inicial, pero sí se podrá llegar a uno de tranquilidad y con el pasar del tiempo y la aplicación de las medidas establecidas, se podrá alivianar el peso y avanzar en la búsqueda de la felicidad.
Autoperdonarse un acto de generosidad
¿Qué pasa cuándo quién se ha fallado es uno mismo? ¿Cómo avanzar en el perdón?. Es frecuente reprocharse o castigarse por equivocarse, por no responder a los ideales trazados, o por lastimar a quiénes consideramos valiosos y queremos. También, es probable que la forma como reaccionamos ante diferentes situaciones nos defraude y genere culpa, llevándonos al reproche y la sanción.
Hacer un alto, reflexionar sobre el hecho acontecido, sobre el daño generado y sobre las acciones a emprender para evitar la repetición es un proceso necesario; sin embargo, para llegar a ello se requiere generosidad.
Actuar generosamente con nosotros mismos, implica reconocernos frágiles e inmersos en procesos de aprendizaje, conlleva a asumir las responsabilidades e implicaciones que se derivaron de la actuación; también, asumir la situación de forma objetiva, reconociendo los demás aspectos que mediaron en el hecho y que se salen del rango de nuestra responsabilidad. El autoperdón es un proceso de responsabilidad afectiva con quienes somos y debe asumirse de forma reflexiva y consciente.
Perdonarse a uno mismo implica también reconocerse y conocerse, asumir nuestra historia y los desafíos que representa nuestro crecimiento personal, el hacernos mejores personas. Invita a verse de forma integral y a hacer zoom en aquellos elementos que nos generan tensión; sin duda, también implica buscar ayuda en expertos cuándo así se requiere.
Debido a que el trasegar de la vida implica múltiples aprendizajes y desafíos y el avanzar conllevará a cometer errores, a fallarnos y a fallar, incorporar el perdón y el autoperdón, es clave para avanzar en la conquista de eso que nos hace estar en paz y en armonía con nosotros mismos y que nos lleva a alcanzar un estado de felicidad.
Libardo Andrés Agudelo Gallego
Soy comunicador social apasionado por la vida y la diversidad, poseo conocimientos en periodismo, fotografía, diseño gráfico, radio, producción audiovisual y manejo de plataformas digitales. Tengo capacidad de reflexión y análisis frente a las diferentes realidades que vive la región y el país; y entiendo el papel que la comunicación y las ciencias sociales tienen para la transformación de ellas. Además una persona versátil, que se adapta fácilmente, innovador y con capacidad para trabajar en equipo.
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